Caminando sin parar, a la velocidad de la ciudad,
veo sus edificios reflejados en un charquito de agua,
del revés y moviéndose más rápido que mis pasos.
Una ilusión óptica me hace encogerme al creer ver que se arremolinan y caen sobre mí.
También aquí el universo nos hace de las suyas.
Saltan chispas y nacen flores al mismo ritmo.
Miradas se escurren entre días asfaltados.
Miradas que apenas dejamos salir, y apenas dejamos llegar a su destino.
Por miedo.
Miedo que el cemento aviva como aire al fuego.
Pero también aquí la vida, va haciendo de las suyas.
Intentando trepar como hiedra y romper los suelos que la aprisionan.
También aquí, mientras haya vida, hay espacio para la magia.
La vida siempre encontrará el modo y el medio. Nosotros somos prescindibles (aunque los humanos piensen lo contrario), la vida, por el contrario, no lo es (y nosotros no le importamos en lo más mínimo).
Estupendo poema.
Un abrazo.
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